Bullying

Bullying

Nunca jugué al basquet en mi vida, de hecho inventaba excusas terribles para faltar a mis clases de gimnasia. El bullying constante de mis compañeros y maestros en toda mi edad escolar fue tal que me hacían alejar con miedo de toda actividad deportiva; ellos no se imaginaban que yo fantaseaba con ser el mejor en todo lo que practicaban… no veían el anhelo de ser integrado, respetado, ser uno más de esos que abrazaban con furor al hacer un punto, al meter un gol. Lo intenté, varias veces. Pero las burlas, los susurros, los gritos en la cara, las trabas, los golpes “sin querer” y el hostigamiento constante, me vencían. Me vencieron. Falté a mis clases; y si asistía, inventaba dolores para quedarme sentado, triste. Todos sabían que me estaban haciendo mal, pero ellos creían que yo lo merecía, por ser sensible, por no saber lo que pasaba con mi cuerpo, mi mente y por sobre todo con mi sexualidad. Ellos me sexualizaban sin si quiera yo saber lo que pasaba en mi, conmigo. Ellos me rotulaban sin si quiera yo conocerme. Ellos me tenían miedo, me segregaban y yo no entendía por qué! ¿Quién sabe si hubiese tenido apoyo de todos ellos, de mis machistas profesores, qué hubiese pasado? Tal vez hoy estaría compitiendo a la par de Manuel Ginóbili. Lo cierto es que más grande, seguro y atravesando algunos mares, me animé a ser el deportista que pude; amo entrenar, aprender, crecer y transmitir los conocimientos que mis grandes maestros me brindan en cada clase.
En la foto no hay pelota visible entrando en la cesta, pero saltar al cielo y embocar todo el pasado en ese aro, es liberador.
Me acordé de ellos, los de la primaria y la secundaria; posiblemente algunos de esos pequeños machos de pecho inflado, estén haciéndoles mal a otros seres adultos y transmitiéndoles malos valores a sus hijes, ojalá hayan reparado en algún momento el daño que causaron, ojalá sus generaciones puedan practicar la empatía, ojalá nadie de su entorno sufra diariamente lo que me han hecho sentir a mi, ni si quiera ellos mismos. Los perdono y les agradezco, porque de sus miedos y maltratos pude ser mi yo de hoy, aunque la idea de quién y cómo hubiera sido sin todo ese tormento, me da vueltas al recordarlo…
¿Qué se grita cuando se mete un punto? Porque en este momento soy yo el que quiere gritar y festejar, en estos momentos soy yo quién celebro lo que soy, quién soy, cómo soy.
No son siempre frases bonitas en mayúsculas, no siempre son sonrisas, no siempre somos lo que el otro creer ver, no siempre es fácil contar el dolor.
Hoy el mensaje es claro: sé; pese a quien le pese, pase lo que pase, sé quién y cómo quieras ser, pero sé!

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